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La última milla: asignatura pendiente en siniestralidad

La realidad está ahí y no se puede cambiar. Cada vez compramos más por internet y las furgonetas de reparto se han convertido en un clásico de la estampa de Madrid. Ya lo eran y el estado de alarma provocado por el COVID-19 no ha hecho sino reforzar su presencia en un momento de confinamiento donde todos hemos permanecido dentro de casa. De hecho, las ventas de comercio electrónico han crecido un 55% desde que se inició el confinamiento de la población a causa de la pandemia.

Ropa, libros, juguetes, menaje del hogar o comida online. Todo vale. El sector bate récords y según la patronal logística UNO, las empresas entregan de media en la Comunidad de Madrid en un día normal entre 350.000 y 400.000 paquetes. Eso por no hablar de los días festivos como las Navidades o el ‘viernes negro’. El lunes después del Black Friday (las entregas se hacen 48 horas después de la compra) se batieron todas las previsiones con la entrega en domicilios de un millón de paquetes con productos comprados por internet.

Madrid es por derecho propio la región con más repartos por compras online de España, seguida de Barcelona. No hay vuelta atrás para los hábitos que han cambiado la fisionomía de la ciudad y ha traído consecuencias que hay que solucionar antes de que sea demasiado tarde: tráfico, contaminación o recogida de basuras y, de manera destacada, siniestralidad en las furgonetas. Según datos del Instituto Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo (INSST), 2018 registró 71.886 accidentes laborales de tráfico (la cifra más alta de la última década) en los que perdieron la vida 260 trabajadores (la más alta desde 2010). De ellos, 144 murieron durante su jornada laboral. Muchos de ellos están ligados al absentismo a la hora de pasar la ITV.

Y es que, la estrella de este nuevo modelo de negocio es la velocidad. Para el repartidor, porque a más entregas más ingresos, y para la empresa, porque sabe que un retraso le puede llevar a perder un cliente. De ahí el dato que preocupa. Según datos de la DGT, el 40% del parque de furgonetas a nivel nacional tradicionalmente no pasa la ITV, unas cifras de absentismo que ponen en peligro la seguridad vial y el medio ambiente. No hay tiempo que perder y la seguridad vial pasa a ser secundaria. Así, el grado de absentismo en la Inspección Técnica de Vehículos entre las furgonetas alcanza ya en España el 40%, lo que supone que cerca de 2,2 millones de este tipo de vehículos circula sin la correspondiente inspección en vigor. Madrid se lleva la mayor parte de este pastel envenenado.

Las cifras de las prisas

Los datos de la DGT no hacen sino aumentar la preocupación de AEMA-ITV por esta realidad tras revelar que los accidentes en furgonetas se han incrementado en un 41% en los últimos cinco años y los heridos en ciudad en los que ha estado implicado este tipo de vehículos se ha incrementado en un 94%A ello se suma la antigüedad del parque móvil con una media de 16 años (4,5 años mayor que en turismos). “El rápido incremento del e-commerce y del llamado transporte de la última milla está provocando que vehículos que no cumplen con las normas básicas de seguridad vial y medioambiental sigan circulando y ha agravado aún más el problema del absentismo que ya se estaba produciendo por parte de este tipo de vehículos”, comentan desde AEMA-ITV.

Como medida para combatir este creciente fenómeno, las asociaciones de inspección técnica de vehículos exigen que los vehículos que no tengan en regla la ITV no puedan renovar su seguro. Otra propuesta pasa porque las Administraciones Locales incrementen el nivel de vigilancia, y más concretamente que se utilicen en el caso de Madrid las cámaras de Madrid Central para detectar vehículos de estas características y que no han realizado la correspondiente inspección técnica del vehículo.

También se baraja como alternativa para reducir ese tráfico y hacer la entrega más competitiva incrementar el número de tiendas y puntos de conveniencia (librerías, estancos, kioscos, supermercados, etc.) donde recoger las entregas. Es cuestión de tiempo, pero en seguridad vial, éste siempre juega en contra.